martes, 21 de octubre de 2014

Desde un punto de vista histórico...


Citando un artículo realizado por el Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH) y el Centro de Estudios Sociales Construcción Crítica (CESCC), ambos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, expondremos un análisis más profundo y certero que demuestra en
números y cifras el problema de la 
desigualdad en la educación.


[1]Es un hecho que la educación superior en Chile se ha expandido y masificado: en 50 años la matrícula aumentó 30 veces, es decir, de 20.000 alumnos matriculados en instituciones de educación superior para 1957, en 2006 esta cifra aumenta a 651.000 alumnos (CNAP, 2007). Este proceso se inicia en los ‘60 a partir de una mayor demanda de mano de obra calificada por parte del estado, proceso que se intensificará a partir de 1967 gracias a la duplicación del financiamiento público en educación. No obstante, esta alza cambia de rumbo a partir de 1974, cuando con la dictadura militar el gasto público en educación se reduce bruscamente, llegando a disminuir en un 35% en 1981 a partir de las reformas de privatización. Con esto, el estado asumió un rol subsidiario y dejó que el mercado controlara la oferta (instituciones, carreras, etc.) y la demanda educacional (posibles alumnos), con lo cual las universidades debieron buscar fuentes alternativas de financiamiento, fomentándose así la creación de universidades privadas y nuevas instituciones no universitarias de educación superior (Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica).




De este modo, las políticas implementadas en la década del ’80 marcan el inicio de procesos de profunda privatización que constituirán al sistema de educación superior en un mercado, cuyas características principales son la ausencia de cualquier regulación externa, la competencia y la liberalización de la oferta y de la demanda (Brunner y Uribe, 2007). La consecuencia directa de la conformación de este mercado es la masificación y expansión del sistema de educación superior desde el sector privado mayoritariamente, procesos que no se detienen al terminar la dictadura, sino que más bien se consolidan, ello pese a que el gasto público en educación durante los gobiernos de la Concertación aumentó en un 140% entre 1990 y 2006. Si bien esto es un hito sin precedentes, un estudio detallado del fenómeno arroja algunas características sumamente problemáticas que le acompañan: se trata de una expansión altamente segmentada en cuanto al tipo de instituciones (ver gráfico 1), pero sobre todo respecto al nivel socioeconómico de quienes acceden a la educación superior. En efecto, hacia el año 2003, sólo el 14,5% de los jóvenes del primer quintil (el más pobre) accedían a la educación superior, versus el 73,7% que lo hacía perteneciendo al quinto quintil, correspondiente al grupo más rico del país (Kremerman, 2007).

Acceso a la educación superior: el mérito y la (RE) producción de la desigualdad.
http://www.opech.cl/ Consultado Septiembre, 16, 2014, de http://www.opech.cl/inv/analisis/acceso.pdf



[1]La condición de inequidad es tan flagrante que el año 2003 se alcanzó una diferencia de 4,6 veces entre los estudiantes del quintil 1 y el 5, en el ingreso a la Universidad (Ibid). En otras palabras, por cada estudiante de bajos recursos que con esfuerzos excepcionales logra acceder a la educación superior, cinco estudiantes de los sectores más acomodados, ingresan a la Universidad sin mayores problemas. Esto mismo destaca la OCDE, en su informe acerca de la educación superior en Chile (2009) cuando señala que “los alumnos de escuelas municipalizadas y familias más pobres tienen mucho menos posibilidades de aprobar la PSU que los de colegios privados y familias más ricas. Si la aprueban, es menos probable que logren los puntajes más altos que les permite tener acceso a los programas de apoyo financiero y a las mejores universidades”. Según el informe de la OCDE citado, algunas de las principales razones son: la desigualdad económica que se reproduce en la educación; la incapacidad de pasar el currículum completo por parte de la educación pública (lo que se manifiesta en que la diferencia en la PSU ha crecido respecto a la PAA); y el papel que cumplen los preuniversitarios en “preparar” a los estudiantes de mayores ingresos.


Ingreso a la educación superior desde su punto de vista.



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